Olores…

Ojalá pudiera enviarles los olores que estoy descubriendo. Saco fotos, grabo videos, les cuento todo en historias, pero los olores… ¡Los olores no se pueden mandar! Y aun así, sé que algunos se quedarán conmigo para siempre.
Hoy me pasó algo hermoso. Caminaba por una calle cualquiera, perdida en mis pensamientos, cuando de repente un olor me paró en seco. Era el aroma de unas flores que había en mi casa cuando era niña. No sé cómo se llaman, pero mi nariz las reconoció al instante. Y ahí estaba yo, sentada en un banquito, cerrando los ojos y viajando de vuelta a casa. Sentí el mismo aire frío en la cara, la misma nostalgia, pero también una calidez muy bonita.
A veces no nos damos cuenta de lo lejos que estamos hasta que un detalle así nos lo recuerda. Por más que tengamos a los nuestros a un mensaje de distancia, la verdad es que hay cosas que no se pueden reemplazar. Pero también hay algo mágico en esto: cada vez que llego a un nuevo lugar, solo necesito cerrar los ojos y respirar hondo. Y así, cuando la vida me vuelva a traer este olor, podré regresar a este instante y revivirlo con ustedes.
¿Alguna vez les pasó algo así?